por elcaballerodelverdegaban Mar Feb 10, 2009 10:37 am
| Cuando me paro a contemplar mi ’stado y a ver los pasos por do m’han traído, hallo, según por do anduve perdido, que a mayor mal pudiera haber llegado; mas cuando del camino ’stó olvidado, a tanto mal no sé por do he venido; sé que me acabo, y más he yo sentido ver acabar comigo mi cuidado. Yo acabaré, que me entregué sin arte a quien sabrá perderme y acabarme si quisiere, y aún sabrá querello; que pues mi voluntad puede matarme, la suya, que no es tanto de mi parte, pudiendo, ¿qué hará sino hacello? | | |
SONETO V | |
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| Escrito’stá en mi alma vuestro gesto y cuanto yo escribir de vos deseo: vos sola lo escribistes; yo lo leo tan solo que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto, que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero; cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. | | |
SONETO VIII | |
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| De aquella vista pura y ecelente salen espirtus vivos y encendidos, y siendo por mis ojos recebidos, me pasan hasta donde el mal se siente. Encuéntranse al camino fácilmente, con los míos, que de tal calor movidos salen fuera de mí como perdidos, llamados de aquel bien que está presente. Ausente, en la memoria la imagino; mis espirtus, pensando que la vían, se mueven y se encienden sin medida; mas no hallando fácil el camino, que los suyos entrando derretían, revientan por salir do no hay salida. | | |
SONETO X | |
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| Oh dulces prendas por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería, juntas estáis en la memoria mía y con ella en mi muerte conjuradas! ¿Quién me dijera, cuando las pasadas horas qu’en tanto bien por vos me vía, que me habiades de ser en algún día con tan grave dolor representadas? Pues en una hora junto me llevastes todo el bien que por términos me distes, lleváme junto el mal que me dejastes; si no, sospecharé que me pusistes en tantos bienes porque deseastes verme morir entre memorias tristes. | | |
SONETO XI | |
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| Hermosas ninfas, que en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas, agora estéis labrando embebecidas o tejiendo las telas delicadas, agora unas con otras apartadas contándoos los amores y las vidas: dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando, que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme. | |